Durante el siglo XII, los habitantes de la ciudad de Woolpit se sorprendieron cuando descubrieron a dos pequeños niños desorientados que no tenían la menor idea de lo que ocurría. El color de su piel era verde oliva, pero por todo lo demás, parecían niños bastante comunes. Los pequeños hablaban un idioma completamente desconocido, ni español, inglés, alemán, francés o algún tipo de lengua africana, nadie sabía quiénes eran ni qué hacían ahí, sus padres no estaban por ningún lado y los pequeños simplemente parecían completamente desnutridos.
La leyenda de los Niños Verdes de Woolpit. tuvo lugar en el año 1100 en el pueblo de Woolpit, en Inglaterra, narra la historia de dos hermanos que tenían la piel verde. Hablaban en un idioma ininteligible y solo comían verduras verdes. El niño murió a una temprana edad, pero la niña empezó a alimentarse con comida de consumo local y perdió su tono verde. Aprendió el idioma, por lo que pudo hablar sobre su vida, y según ella, en su mundo todas las personas eran verdes.
Según el escritor William de Newburgh, el suceso tuvo lugar un día durante la época de la cosecha, durante el reinado del rey Esteban. Los aldeanos de Woolpit descubrieron dos niños, un hermano y una hermana, al lado de uno de los pozos de lobo (agujeros que se hacían para que los lobos sucumbieran y no acabaran con el ganado). Su piel era de color verde, y hablaban en una lengua desconocida. Su ropa estaba hecha de forma rudimentaria, como si llevaran puesto unas camisolas rústicas. Ralph de Coggeshall, el otro de los dos escritores junto con William de Newburgh que transmitieron la historia, informa que los niños fueron llevados a la casa de Richard de Calne, uno de los vecinos del pueblo.
Ralph y William están de acuerdo en que los dos niños se negaron a consumir alimentos durante varios días hasta que se encontraron con algunas habas crudas, que consumieron con avidez. Los niños se adaptaron gradualmente a una alimentación normal y con el tiempo perdieron su color verde. El chico, que parecía ser el más joven de los dos, murió poco después de que él y su hermana fueran bautizados.
Después de aprender a hablar inglés explicaron, Ralph dice que solo la niña sobreviviente, que venían de una tierra donde el sol nunca brillaba y la luz era como el crepúsculo. William dice que los niños llaman a su hogar La Tierra de San Martín; Ralph añade que todo lo que había allí era verde. Según William, los niños fueron incapaces de dar cuenta de su llegada a Woolpit; habían estado pastoreando el ganado de su padre cuando oyeron un ruido fuerte (según el narrador, las campanas de Bury St. Edmund's) y se encontraron de repente en el hoyo de lobo donde fueron encontrados. Ralph dice que los niños se habían perdido cuando siguieron el ganado a una cueva, y guiados por el sonido de las campanas, emergieron al mundo inglés.
Según Ralph, la chica trabajó durante muchos años como sirvienta en la casa de Richard de Calne (o de Caine). William añade que ella finalmente se casó con un hombre de King's Lynn, al este de Woolpit, donde se trasladó a vivir. Una investigación llevada a cabo por el astrónomo y escritor Duncan Lunan, ha llegado a la conclusión de que la chica se le dio el nombre de "Agnes" y que se casó con el funcionario real Richard Barre, con el que tuvo al menos un hijo.
Algunos aseguran que estos niños eran extraterrestres, otros creen que venían de un mundo secreto escondido en las entrañas de la Tierra y los minerales en ella eran los culpables de su peculiar color, y otros más los consideraban unos extraños duendecillos que pretendían hacer mal al pueblo hasta que se bautizaran. Las teorías al respecto abundan y en realidad no hay ninguna certeza de lo que en realidad ocurrió, por lo que podemos asegurar que los niños de Woolpit seguirán calificándose como un misterio sin resolver.
La historia es narrada en dos obras: Historia rerum Anglicarum (del año 1189), de William de Newburgh, y Chronicum Anglicanum (de 1220), de Ralph de Coggeshall. William Camden, en su Britannia de 1586 cita también el suceso, al igual que Francis Godwin en su novela The Man in the Moone de 1638. Aun así, la leyenda cobró importancia en la cultura popular del siglo XX cuando se publicó en 1935 el libro The Green Child, de Herbert Read.