miércoles, 21 de mayo de 2014

Cual es el origen del calendario.



Nunca se preguntaron cual era el origen del que ahora en nuestro calendario, pues es este 




En las antiguas civilizaciones se empleaba el calendario lunar para calcular el paso del tiempo. La transición entre un mes y otro la marcaba la órbita de la Luna: cuando esta retornaba a su fase inicial, se daba por concluido dicho periodo temporal. Transcurridos 12 meses lunares, se hablaba de un año completo. Tiempo después, surgió la necesidad de tomar en consideración el paso de las estaciones, y se crearon los calendarios lunisolares, que agrupaban los meses lunares en distintos periodos climáticos.
En el Antiguo Egipto, aparecieron los primeros calendarios solares, que medían el tiempo guiados por el movimiento aparente del Sol. Esta innovación permitía fechar el momento exacto de la crecida del río Nilo, fundamental para una sociedad que vivía de la agricultura. Los astrónomos egipcios sabían que el año duraba 365 días, pero no consideraron esas pocas horas adicionales que no completan un día. El calendario egipcio cargaba por tanto con siglos de desfase, y la oposición religiosa frenaba cualquier atisbo de reforma.
En la época del Imperio romano, el calendario tenía 304 días dispuestos en 10 meses, de modo que los pontífices debían intercalar un undécimo mes cada pocos años para compensar el desajuste temporal. Este, sin embargo, llegó a incrementarse hasta el punto de que el invierno terminó siendo fechado en el otoño astronómico. Julio César, en el año 46 a.c., ordenó una reforma del calendario romano con el fin de ajustar de manera definitiva el año al curso del Sol. El calendario juliano, que retomaba los 365 días divididos en 12 meses del calendario egipcio, fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían. Para contrarrestar el desfase, en lugar de intercalar un mes cada X tiempo, se optó por sumar un día cada cuatro años (incluyendo los seculares), lo que originó el concepto de año bisiesto. César tuvo que añadir dos meses ese año, sumando un total de 15, para iniciar su reforma sin retraso temporal ninguno. El emperador alteró también el orden de los meses, situando en primer lugar Enero en vez de Marzo y dando lugar así a la distribución del calendario actual.
No obstante, el calendario juliano no logró solventar el problema en cuestión. La regla por la que se regían los años bisiestos generó un retraso de 10 días en el calendario civil respecto al calendario astronómico. El Papa Gregorio XIII dictó, el 24 de febrero de 1582, la bula “Inter Gravissimas”, por la que entró en vigor el calendario gregoriano. Esta establecía que el 4 de octubre de 1582 se daría un salto en el tiempo y se convertiría en el 15 de octubre de 1582. Además, se fijaba que habría un año bisiesto cuando el año en cuestión fuera múltiplo de 4, con excepción de los años múltiplos de 100 (exceptuando a su vez los múltiplos de 400, que sí que serían bisiestos). En total, el calendario gregoriano fijaba 97 años bisiestos cada 400 años, en lugar de los 100 que marcaba el calendario juliano. El calendario se adoptó inmediatamente en los países en los que la Iglesia Católica tenía influencia, mientras que los países protestantes, anglicanos y ortodoxos postergaron su implantación durante años o incluso siglos, e incluso algunos continúan llamándolo "calendario juliano" para no reconocer la autoridad de Roma.
El calendario gregoriano, considerado como oficial a nivel global, no logra tampoco una concordancia perfecta entre año civil y año astronómico, ya que la velocidad de rotación y de traslación de la Tierra se va ralentizando y obliga a revisar las fechas una vez cada 3.000 años.

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